En Foco, Opinión

San Victorino, ese vasto territorio

Cuenta Lucas Fernández Piedrahita, que: “Bogotá ganó título de ciudad el 27 de julio de 1540.” Y en su artículo “Mi gente,” Alberto Lleras dice: “Quién sabe por qué razón todo lo nuestro estaba en 1915 del lado de San Victorino…”

 

Armando Orozco Tovar

 

Y añade: “En la esquina de San Victorino con la Alameda, hedionda calle, llena de barro o de polvo, según la estación, estaba la tienda de Epaminondas.

Esa parte- dice Lleras- llegó de niño a dominarla pronto, relatando como su familia volvió a Bogotá en el año 15, y él hacía con sus nueve años exploraciones por la Plaza de Bolívar, La Candelaria y el Palacio de San Carlos, y que se asomaba por los balcones situados sobre la carrera 6ª, desde donde contemplaba las iglesias del sector…

Atisbando desde ellos los personajes locales: “Forasteros, bobos, locos, cojos, cotudos, ciegos, esa inmensa población de tarados que ambulaban por las calles en trabajos activos y desconocidos…Una caravana de personajes- dice el ex presidente locutor- que todos ellos: “trepaban con decisión la calle Trece.

Se deslizaban hacia San Victorino con rapidez, como si fuera a llover…

Los martes, casi al amanecer la callecita se poblaba de ruidos que era el anuncio de la llegada de los mendigos… Unos doscientos o trescientos…

San Victorino era sitio de reunión de los miserables. Una gran asamblea de baldados, de mujeres con niños falsos, de ulcerados con llagas de ficción, de ciegos de mentira y de verdad, de leprosos, de tuberculosos, de hambrientos…”

Por la calle se extendía olor a mugre, a inmundicia impredecible, a pobreza, que no se iba sino después que se había lavado la calle por los vecinos, y se habían recogido todos por detritus de la reunión.”

Así reseña el periodista ex presidente Lleras Camargo, lo que era San Victorino hace cien años, este liberal, el primero nombrado por el Frente Nacional, después de la tumbada en el 57 del General Rojas pinilla, y quien la historia popular calificó como “Mister Lleras” por su entreguismo incondicional al imperio.

San Victorino es un sector que comienza en la carrera 9ª y termina en la estación del Transmilenio Jiménez, a quien el alcalde Peñaloza retornó en buena hora a su estado de Plazuela después de ser un abigarrado lugar de casetas y toldos para expender toda clase de mercancías. Hoy también continúa siendo un vasto territorio de comercio popular, y donde también se encuentra la escultura donada por Edgar Negret, que représenla una gran mariposa, reposando sobre basura y desperdicios de toda clase.

Excrementos humanos y de las odiosas palomas, que ya no son símbolo de nada. Bolsas de plástico, papel, cartones, cáscaras y frutas podridas y materiales de todo tipo, que son arrojados sin clemencia por los que se aglomeran en el lugar.

En su mayoría gentes venidas las regiones como consecuencia de los desplazamientos violentos, engrosando las huestes de desempleados o insertas en toda clase de oficios informales.

La plazuela de San Victorino da en este momento, como si no hubiera pasado un siglo del relato que hace el político liberal, aspecto de mugre y miseria como expresión de una ciudad reflejo de una guerra de media centuria, como también en 1867 la muestra Miguel Samper en sus artículos: “La miseria en Bogotá.”

Hoy la Alcaldía de Petro, situada cinco cuadras de San Victorino, debía “Humanizar” también la zona de San Victorino, comenzando por asearla con los chorros de agua de los bomberos, y reponer las losas rotas de Peñalosa, y volver a poner el ladrillo zafado, que puso aquel alcalde donde se encharca el agua podrida de las lluvias. Pintar la desatendida “Mariposa” con sus colores originarios del artista de Popayán (Cauca)…

Además se deben regular las ventas de los alimentos sin control. La “Bogotá Humana” predicada por la administración de Petro, debía comenzar también por fijarse en la higiene y el aseo de esta importante zona no sea que nos llegue de pronto el Ebola, que ya ronda cerquita al campamento colombiano donde campea por todas partes la miseria. Tomar estas medidas higiénicas esto antes que se ponga en marcha la primera línea anunciada del Metro, que se dijo estaría en el 2003. A la consigna el alcalde Bogota Gustavo Petro, “Bogotá Humana, se debe complementar con la frase: “Por una ciudad humana, aseada y limpia.”

(Fotos: Pixabay)

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