En Foco, Opinión

Opinión pública o identidad atomizada

Una estrategia, tramposa y exitosa, empleada por los medios de comunicación para implantar verdades que no existen, es la de poner en boca de millones una exigencia, un rechazo, un respaldo, una condena. Hoy la emplean las ideologías que buscan coartar las libertades. Pero siempre ha sido así.

 

Blanca Marlene Huertas Acero*

 

Que usted haya aplaudido o condenado los eventos de la historia es un hecho que aunque deseara refutar, ya no puede sustraerlo de esta evidencia.

En efecto, ha quedado cobijado bajo una identidad en masa para las masas, ha sido registrado y seguirá figurando de modo consensuado por muchos que también, anónimamente, decidieron hablar por usted y atribuirle una postura ante tal o cual hecho o ante tal o cual personaje en el devenir de la humanidad.

Esa identidad lleva por nombre opinión pública y como bien lo describe Noelle-Neumann arropa “el temor de los opinantes a ser aislados por sus puntos de vista” por lo que se escuda en todos y en nadie en particular.

Por cuenta de la opinión pública, usted pasó a la historia como acusador o complaciente de los acontecimientos y de quienes los protagonizaron. En el trasegar del mundo, desde la antigüedad hasta hoy, usted ha condenado, convenido, exaltado, vilipendiado, acogido o rechazado como opinador colectivo visible, en contravía de su opinador individual anónimo.

Así, cronológicamente hemos asistido a su opinión en masa y consignado su aceptación al enfrentamiento entre etruscos y romanos, vikingos y normandos, grecos y persas.

Posiblemente le endilgaron una voz de rechazo a la paz firmada entre cristianos y calvinistas, el fin del Armisticio de Panmunjom o el cese de la confrontación entre bosnios, serbios y croatas.

Tal vez le atribuyeron entusiasmo por la ocupación nazi, el colonialismo multicontinental y las tensiones etnoculturales, todo esto como pincelazo al ventarrón de realidades dispares por las que a usted como anónimo le enarbolan una voz pública a favor o en contra según sea la fuente.

Titulares y registros de la opinión

Desde lo antiguo hasta lo contemporáneo, la ‘opinión de los pueblos’ ha sido interpretada y consignada, ya sea por los gobiernos, los políticos o los medios. Acá unos ejemplos:

“Para Canadá, la seguridad nacional tiene que ver con problemas y desafíos que pueden afectar tanto al Estado como a la sociedad, y estaría relacionada estrechamente con la seguridad individual e internacional» (de Una mirada a la seguridad internacional a la luz de las estrategias de Seguridad Nacional, Andrés Dockendorf y Tomás Duval).

“Eran, en esta perspectiva perversa, “intervenciones humanitarias”, y la opinión pública mundial, a pesar de todas las protestas, las aceptaba como tales” (de La caída de las torres, Franz Hinkelammert).

Por su parte, en estos eventos, la prensa cobija a todos y a nadie en particular: “La Cortina de Hierro se hace a un lado. Alemania del Este abre de par en par todas sus fronteras” (The Daily Telegraph), a propósito de la caída del Muro de Berlín.

“Republicanos y unionistas escenifican su pacto de gobierno en Belfast” (20 Minutos-EFE), tras el pacto de paz irlandés).

“EE.UU. acusa a China y Rusia de cooperar para divulgar falsedades sobre el coronavirus”, France 24, AFP, en referencia a la lucha contra el Covid-19. “¿No intervenir en Siria?” respecto a la agudización de las tensiones en Siria (La Presse). “México está de luto. El país entero llora la muerte de uno de sus máximos iconos musicales”. News in Slow Spanish, a propósito de la muerte del cantante Armando Manzanero.

Y entre obras, escritos y tabloides, entre cientos de registros -comprobables unos, desmentidos otros-, usted ha quedado bajo el nombre de opinión pública, como aplaudidor o juzgador más que como espectador.

Si estuvo o no, si estará o no asistirá a un sinnúmero de acontecimientos, su voz en masa es la que valida las venias o rechazos, las acogidas o desdenes.

Si usted hubiera presenciado estos y muchos otros eventos, muy seguramente no habría acordado lo que afirman que como opinión pública usted acordó.

Tal vez sí habría abrazado las causas que como opinión pública dieron por sentado que usted rechazó.

Pero como el legado de hechos y figuras requiere de un hablante masivo que cuente a las futuras generaciones lo que sucedió, lo evidente es que entre sesgos, datos fidedignos, imprecisiones, anécdotas e información confiable y exacta, ese lente avizor continuará presente incluso con mayor ímpetu ahora la era digital.

Se trata de amparar la narrativa bajo “la transformación estructural de la vida pública” con que Habermas denomina a la opinión en pública. Lo cierto es que usted -opinión pública-, ha reprobado o ha exonerado y mientras las teorías alrededor de su origen, dinámica y proyección avancen, se cumplirá la máxima de Herodoto: “Es más fácil embaucar a muchos juntos que a uno solo”.

*Blanca Marlen Huertas Acero: Periodista y editora colombiana, autora del libro “Latinos en lugares difíciles”.

(Fotos: Pixabay)

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