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Bosquimanos y Masai, sobrevivientes de religiones, gobiernos sequías

Los misioneros cristianos no lograron modificar costumbres y creencias de estos dos grupos étnicos africanos que, aunque difieren en sus orígenes y opuesta ubicación geográfica, poseen puntos de contacto en sus creencias y modo de vida.

 

Roberto Correa Wilson

 

Se cree que el pueblo bosquimano habitaba Botswana hace treinta mil años siendo las colinas de Tsolido con sus más de tres mil quinientas pinturas rupestres prueba de ello. Botswana fue conocida como Bechuanalandia hasta la independencia de Gran Bretaña en 1966.

Basarawa o bosquimanos -del afrikaans buschjersman, «hombre del bosque- son un pueblo de pequeña estatura y tez color castaño oscuro, especialmente en el Kalahari, donde habitan hace más de veinte mil años.

El 75% del Kalahari está Botswana. Es el desierto más meridional de Africa aunque no es propiamente un desierto ya que está cubierto de hierbas y arbustos, pero no hay curso de agua en su superficie si se exceptúa el río Boteti, lo que lo convierte en una zona no apta para la agricultura y la ganadería y le ha valido el sobrenombre de Tierra de la sed.

Los bosquimanos, conocidos también con los nombres de san o khoisan, son una de las etnias más ricas y junto con los pigmeos que viven en naciones de África Central -los dos Congos, Burundi y Rwanda- son los grupos étnicos más antiguos del continente.

Son cazadores-recolectores que hablan alguna de las lenguas joisanas, caracterizadas por incorporar sonidos de chasquido. Se calcula que en Botswana viven unos 45 miembros de esa etnia.

El folclor es muy variado y presenta explicaciones sobrenaturales de los sucesos terrenales, determinado por Nodima, el bueno, y Gopawama, el malicioso.

Al igual que en las antiguas religiones tribales de Botswana, los jefes de clanes dirigían las cuestiones familiares. Entre los ritos destacan las ceremonias de iniciación masculina y femenina y los rituales para propiciar la lluvia.

Se practicaba la poligamia y los bienes de un hombre los heredaban los hijos de la primera mujer.

Los misioneros cristianos que llegaron al país en el siglo XIX trataron de desplazar la totalidad de sus hábitos, costumbres y creencias, pero no lo lograron con los bosquimanos.

Triunfo jurídico

En un conmovedor proceso jurídico concluido por miembros de la etnia bosquimana contra el gobierno, se dio finalmente a ese pueblo el derecho de regresar a las tierras de las que fue expulsado y a practicar de nuevo sus labores de caza y recolección.

El gobierno los había desahuciado de sus tierras ancestrales en la gran reserva central del Kalahari. La justicia determinó que el desahucio del 2002 había sido ilegal e inconstitucional y sentenció que los bosquimanos tenían derecho a cazar y recolectar en la reserva.

Las intenciones gubernamentales fueron nobles, el fin era mudarlos a campamentos con la promesa de llevar el desarrollo a los residentes. Sin embargo, los desahuciados se sentían incómodos en esas instalaciones donde la caza no se permitía y existían pocas oportunidades laborales.

El dictamen del Tribunal consideró que impedir a los bosquimanos realizar sus labores de caza en la reserva de Kalahari equivaldría a condenarlos a morir de hambre.

La Erinia Masai

Los masai constituyen un pueblo originario del Nilo que después de siglos se instaló en el sur de Kenya y el norte de Tanzania, creen en un dios único dividido en dos personas: Enkai-Norok, dios negro y generoso de la lluvia, y Enkai-Nonyocik, dios rojo y malicioso de la sequía.

Tanto en Kenya como en Tanzania, esta etnia lleva una vida nómada con tradiciones que la distinguen -como dialecto propio, forma de vestir, ceremonias, hábitos, costumbres y valores culturales peculiares.

En sus orígenes eran cazadores y recolectores pero devinieron ganaderos. Por sus creencias religiosas no cultivan la tierra, y nunca han aprendido a hacerlo, compran verduras en mercados cercanos; tienen gallinas pero no las comen, sólo venden los huevos.

De las vacas toman la sangre y la leche, que mezclan en una jícara, además de su carne. Según sus creencias, matar a un animal sin razón alguna es violar lo sagrado y llamar el castigo divino.

Al norte de Tanzania, en pleno Valle del Rift, entre los lagos Natrón y Nanyara habita el verdadero dios de los masai. Se trata del volcán Ol Boinyo Lengai, un volcán en actividad permanente que produce un extraño tipo de lava.

Está compuesta en su mayor parte por sodio y carbonatos, de los que ese pueblo extrae sal, una materia prima indispensable para su subsistencia.

La leyenda

Entre las costumbres de los masai destaca el culto al volcán Ol Boingo Lengai, considerado como su dios benefactor. Las ofrendas tienen lugar siempre que haya que pedir algo y pueden consistir en lluvias, pastos o buena salud.

Leche, flores y miel son entre Otros, los regalos que los masai depositan en el cráter del volcán y que al fundirse con la lava entregan a la divinidad protectora.

El hábito milenario de los masai de recoger sal del lago Natrón se ha convertido en una rutina. Este extraño fenómeno de la naturaleza que los científicos no han podido descifrar, tiene su explicación lógica para ellos: es la acción bienhechora del generoso dios Enkai sobre la tierra. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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